Bueno, este post tiene un año de retraso, pero como dicen, mejor tarde que nunca.
¿Y porqué tiene un año de retraso? Bueno, porque mi gordito hermoso Merlín, el gatito del que tanto he hablado en este blog (y más aún en la vida real) murió el 17 de Julio del 2013. Entonces, hace ya casi un mes se cumplió un año de su muerte.
En algún momento de mi duelo gatuno pensé que definitivamente tenía que dedicarle una entrada de despedida en este blog, pero al inicio pasé varios meses en que no podía hablar de él sin que soltara una que otra lágrima…digamos que ese duelo me duró aproximandamente seis meses. Luego pasaron los días y bueno, hasta ahora que se cumplió el aniversario pensé que no debía seguir dejándolo pasar.
Me dolió mucho que él muriera, por muchos motivos. Fue mi primer gatito, con el cual viví la mayor parte de años que viví sola. Era el compañero en los momentos de soledad, siempre en su silencio y elegancia. Y en las mañanas, era quien saludaba con alegría (tanto por verme como por su comida, quizá más por la comida). Además siempre era lindo llegar a la casa y encontrarlo, feliz de verme para luego perseguirme por toda la casa.
Fue el gatito con el cuál me terminé de apasionar por los gatos, y con el cuál tuve que aprender muchas cosas para saber entenderlos y vivir con ellos. Además, su personalidad fuerte y dominante se hizo sentir mucho en mi vida, tanto que al morir dejó un gran vacío.
Fue muy triste, era un miembro de mi familia. A cada rato sentía que iba a aparecer y saltar en el sofá, o acariciarse contra mis piernas. En las mañanas hacían falta sus maullidos para avisar que ya era hora de que le dieran su comida. La ausencia de su compañía cálida y pacífica pesó fuertemente en nosotros.
Pasé recordándo (y aún lo hago) cada cosa bonita o graciosa que hacía, su carácter (sobre todo ahora que volvimos a adoptar gatitos) y lo especial que era. Yo amaba a Merlín. El día de su muerte fue muy triste, sobre todo por lo inesperado y él estaba sano y joven y yo sinceramente pensé que vivíría muchos muchísimos años más compartiendo más aventuras. Me lo imaginaba viejito ya, luego de muchos años compartiendo su vida con nosotros luego de una vida muy larga y feliz.
Mucho tiempo me lamenté de la manera tan tonta que había muerto, por descuido porque ya es recomendable que un gato casero que vive la mayoría del tiempo dentro de su casa no salga a merodear por las calles, porque los carros son muy peligrosos. Pero él era demasiado curioso y aprendió como escapar una que otra vez y eso hizo que se expusiera a los peligros de las calles. Era un gatito bien cuidado y sano, para un fin tan triste. Lo único bueno fue encontrarlo, porque he escuchado muchas historias donde los gatitos simplemente desaparecen y uno no sabe si se fueron por gusto, murieron o alguien se los dejó o torturó.
Pero bueno, luego ya agradecí por la oportunidad de haberlo tenido…porque de su camada fue el gatito que duró más de un año y tengo la fé y confianza que en algún lugar nos volveremos a ver…porque si creemos que los humanos podemos ir a otro lugar y vivir en un paraíso, con mucha más razón lo harán los animales que son tan nobles y dan tanto amor.
Siempre lo recordaré, porque como dijo mi mamá “Merlín siempre será Merlín” y luego de eso aunque me dolía mucho yo sabía que no me iba a negar a tener de nuevo gatitos. Yo sé que hay personas (y ya grandes) que se han negado a tener la compañía de un animalito durante el resto de sus vidas luego de una experiencia de pérdida traumante… pero sinceramente yo sabía que los gatos son muy especiales como para pasar el resto de la vida sin su compañía. Además, con el montón de gatitos que necesitan un hogar y uno pudiendo cuidar uno o dos, sería una cosa muy egoísta no volver a tener un gatito.
Ya ahora, puedo decir que Merlín era todo un gato señor fino a pesar de todo. Cuidaba mucho de usar el arenero con cuidado y sin tocarlo mucho, no se subía a todos los muebles sino a los que le proporcionaban algún beneficio, le gustaba ser chineado (mimado) pero sin ser pega… era vigilante (de las veces que durmió conmigo recuerdo que siempre que yo me despertaba estaba montando guardia) y juguetón.
Ahora bromeo porque, como faltando dos meses antes de morir y como para que no se dijera nada de él luego de su muerte, llegó un día con un pájaro (medio vivo que al final por más que lo cuidé no sobrevivió), un ratón (vivo, que por dicha nos dimos cuenta he hicimos que saliera con la presa aún en el hocico y se puso a perseguirla fuera de la casa) y una culebrita (que saqué a escobazos cuando me dí cuenta qué era…). Antes de eso toda la vida sólo había cazado lagartillos y cucarachas.
Lo enterramos detrás de la casa donde alquilamos hasta hoy. No me gusta la idea de irnos algún día de acá y que él no se vaya con nosotros (ese era otro de mis sueños, cuando llegamos a esta casa pensé que bonito sería cuando nos mudaramos de nuevo y él se fuera con nosotros para tener una experiencia de mudanza menos traumante que la primera vez), pero luego también me convencieron que así era mejor, que esta había sido su casa, su territorio, y que siempre lo recordaríamos así como los momentos que vivimos en esta casa.
Siempre lo recordaremos, y siempre lo querré en mi corazón. Espero algún día volverlo a abrazar. Espero que esté soñando con ratoncitos y corriendo libremente por praderas, durmiendo feliz entre las nubes.